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¿Quién no tiene a día de hoy un teléfono móvil? De hecho, igual la pregunta correcta sería ¿Quién es capaz de vivir 48 horas sin su teléfono móvil?
Y es que, en España, durante el 2018 se incrementó en un 5% el uso de estos dispositivos, teniendo en cuenta que un 96% de ciudadanos tiene un teléfono móvil y de ellos, un 87% son smartphones. Además, 35,8 millones de usuarios se conectan a Internet mediante su teléfono móvil.
Por lo tanto, parece evidente que los ‘smartphones’ constituyen uno de los objetos más populares en la sociedad ¿o no?
A efectos prácticos, un teléfono móvil es un aparato que carece de cables y que se puede trasladar sin que se registren inconvenientes en la comunicación, funcionando a través de ondas de radio que le permiten acceder a las antenas de telefonía móvil.
Sabemos la teoría, pero ¿Sabemos de qué están hechos estos preciados compañeros inseparables? ¿Y sabemos que gracias a la química podemos disfrutar de ellos?
Por ejemplo, para fabricar la pantalla táctil, se utiliza vidrio de aluminosilicato, una mezcla de óxido de aluminio y de dióxido de silicio, que se colocan en sales fundidas a altas temperaturas, para que los iones de sodio más pequeños dejen el vidrio, y los iones de potasio ocupen su sitio. Los iones de potasio ocupan más espacio, por lo que comprimen más el vidrio cuando este se enfría, aumentando su fuerza y resistencia.
Vistas las pantallas, ¿qué me decís de las baterías? Sin ellas los smartphones perderían toda su funcionalidad, o simplemente, no existirían.
Las baterías son las que nos permiten llevar nuestro teléfono a todas partes, sin necesidad de cables, por lo tanto, son las culpables de nuestra autonomía digital.
Una autonomía que en 1973 se hizo realidad, y es que allá por los 80 los más avanzados podían caminar con un teléfono exento de cables, pero era un celular que pesaba en torno a un kilo y medía unos 33 centímetros de altura contando la antena, un teléfono móvil que tardaba cerca de diez horas en cargarse y su batería permitía una autonomía de apenas 30 minutos.
Y mucho ha llovido desde entonces, las exigencias del mercado, que demandaban teléfonos cada vez más prácticos, ligeros, inteligentes … ha hecho evolucionar esta industria y, en concreto, el corazón de nuestros teléfonos. Y es que, de las primeras baterías compuestas de níquel o cadmio, pasamos las de iones de litio.
Las baterías de iones de litio se cargan más rápido y duran más que las baterías convencionales. También ofrecen mayor densidad energética, es decir, más autonomía en menos espacio. Una vez más, se demuestra el uso de la química al servicio de la tecnología.
En cuanto a la electrónica, los músculos y venas de nuestro smartphone, también se forma alrededor de una amplia gama de elementos químicos. El cableado del teléfono es principalmente de cobre, oro y plata.

El “cerebro” del teléfono, ‘el chip’, está fabricado con silicio puro, pero el silicio en sí no es conductor de electricidad, por lo que también se utilizan otros elementos para su construcción. Hablamos en este caso de fósforo, antimonio, arsénico, boro, indio o galio.
¿Y qué sería de un teléfono son “boca” ni “oídos”? Micrófonos y altavoces también están inundados de química. Ambos contienen imanes, que no son más que aleaciones de neodimio, hierro y boro.
Y hasta aquí los componentes más comunes que forman parte de nuestros pequeños compañeros, aquellos que nos distraen, que evitan que nos sumamos en un (necesario a veces) profundo aburrimiento. Componentes que trabajan para hacernos la vida más cómoda, que disminuyen al máximo nuestra espera gracias a su carga rápida, teléfonos inteligentes que nos ayudan, nos guían, nos hacen la vida mucho más fácil (o eso creemos)

Y es que parece evidente que viajamos en el vagón del progreso electrónico, donde la química y sus componentes tienen un papel protagonista. El mercado se vuelca en investigaciones que hacen de nuestros teléfonos compañeros cada vez más inteligentes.
Alguien dijo alguna vez que, en los 80, era la gente la inteligente y los teléfonos eran los dementes. En este punto, igual una buena pregunta sería saber cuándo fue la última vez que saliste de casa sin el móvil cargado.