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La ola de frío que ha acechado buena parte de nuestro territorio durante las últimas semanas ha afectado nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, muchos seguro que no habíais pensado nunca que la gasolina o gasoil de vuestro coche se podía llegar a congelar.

En concreto, la gasolina encuentra su punto de congelación en 107 grados bajo cero, por lo que es imposible que se os haya congelado con el paso de la borrasca Filomena. Sin embargo, en el caso del diésel si que hay un riesgo real ya que su punto de congelación está entre los 10 i los 15 grados negativos. Cuando llegamos a estas temperaturas, las partículas que forma el diésel se espesan e impiden que el combustible llegue al motor. A esto se le llama punto de obstrucción en frío.

Para evitar que el carburante se congele, el diésel puede llevar aditivos que reducen este margen de congelación hasta los 30 grados bajo cero. Según la normativa española, por ejemplo, el punto de cristalización del diésel para su comercialización debe estar entre los menos 20 y los menos 30 grados y, el de congelación, en los menos 34.

Un aditivo de combustible diésel actúa alterando los cristales que se forman en el combustible durante la helada. Específicamente, el aditivo reduce el tamaño de los cristales, lo que evita que el combustible diésel se gelifique. El aditivo cambia las propiedades químicas del combustible, lo que le permite fluir a temperaturas muy por debajo de cero.

¿Cómo se si el combustible se ha congelado?

Para saber si el diésel de nuestro vehículo se ha congelado solo tenemos que tratar de encender el motor. Si este se para al arrancar es porqué, efectivamente, la parafina presente en el carburante se ha espesado y bloquea el filtro.

En el caso que se haya congelado y no consigas arrancar el coche tienes dos opciones: o llamar al taller más cercano para qué te solucionen el problema, o esperar a que augmenten las temperaturas para que el combustible vuelva a su estado habitual.