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PASANDO POR LA BAQUELITA , EL PVC Y LOS SUPERPOLÍMEROS.

 “La nuestra será recordada como la era de los polímeros”, dijo el premio Novel Paul Jhon Flory en  1974 tras recibir el Premio Novel de Física.

Si bien la historia de los plásticos es muy reciente, la intensidad con la que se ha desarrollado es astronómica. Datamos el nacimiento de los plásticos a mediados – finales del siglo XIX.

El motivo de su origen no deja de ser una de esas historias para recordar. Y es que el primer plástico se origina como resultado de un concurso realizado en 1860, de la mano del fabricante estadounidense de bolas de billar Phelan and Collander.

Phelan ofreció una recompensa de 10.000 dólares a quien fuera capaz de conseguir un sustituto del marfil natural, materia prima que comenzaba a escasear e imprescindible para la fabricación de sus bolas de billar.

Una de las personas que compitieron por la recompensa fue Wesley Hyatt, inventor norteamericano que desarrolló un método de procesamiento a presión de la piroxilina, un nitrato de celulosa de baja nitración tratado previamente con alcanfor y una cantidad mínima de disolvente de alcohol.

Hyatt  lo patentó bajo el nombre comercial de celuloide.

El celuloide, aun siendo un material inflamable, fue usado durante mucho tiempo en la fabricación de varios productos: peines, muñecos, dentaduras, bolas de ping pong o películas fotográficas.

El celuloide fue el primer paso para llegar a obtener el plástico como es hoy en día en todas sus variantes. Pero poco a poco se abandonó la producción de celuloide por el surgimiento de otros materiales poliméricos menos inflamables.

Y es con la llegada del siglo XX, que Leo H. Baekeland (considerado el fundador de los plásticos modernos) obtuvo un resina rígida y poco inflamable, denominada “baquelita”, un material totalmente sintético, termoestable, aislante y resistente al agua, a ácidos y al calor moderado. Es decir, un material que no conduce la electricidad y resistente al agua, pero con una gran propiedad; era totalmente mecanizable.

De igual manera que en el caso anterior, la baquelita vino a sustituir un elemento natural que escaseaba (el shellac), siendo muy utilizada en su día para la fabricación de carcasas de los aparatos eléctricos, como los teléfonos de la época. En la actualidad está siendo sustituida por otros polímeros, pero no a causa de la evolución de la industria en sí, sino más por motivos estéticos, ya que la baquelita es oscura y casi no acepta cambios de color.

Y fue en 1926, cuando Waldo Semon, químico de la empresa B.F. Goodrich, desarrolla definitivamente el PVC (cloruro de vinilo); material impermeable y resistente al fuego, ideal para numerosas aplicaciones que a día de hoy siguen resultando indispensables en nuestra vida diaria (como los tubos de cañería).

En las últimas décadas del siglo XX, los plásticos han sustituido muchos otros productos fabricados en materiales como la madera, el vidrio o el cartón. La década de los 80 supone el despegue total  de la industria plástica, convirtiéndose desde entonces en una les las principales industrias del mundo, hasta el punto que en la actualidad el nivel de desarrollo de un país depende directamente del nivel desarrollo de la industria del plásticos y cauchos.

USOS “MODERNOS”  DE LA INDUSTRIA PLÁSTICA: LAS  CARRETERAS  DEL FUTURO

El desarrollo de la industria se centra ahora en la búsqueda de nuevos usos de los materiales plásticos. Uno de los que va cogiendo fuerza en los últimos años: la construcción de carreteras.

Una idea, aunque parezca inverosímil, fundada bajo dos supuestos  nada irracionales; hablamos de premisas económicas y premisas democráticas.

Motivos democratizadores , que tienen como base el favorecer el acceso a las carreteras a poblaciones que no pueden asumir el coste elevado del asfalto y motivos económicos, para hacer frente a problemas de infraestructuras; ciudades que crecen, pero no al mismo ritmo que lo hace su población.

Sobre estas dos premisas sobrevuela una idea general protegida bajo el paraguas de la ecología.

Y ¿Por qué? Porque la base de este “nuevo asfalto” sería el plástico reciclado, recogiendo los residuos plásticos de los océanos (según Greenpeace se desconoce la cantidad exacta de plásticos en los mares, pero se estiman unos 5-50 billones de fragmentos de plástico, sin incluir los trozos que hay en el fondo marino o en las playas) reciclándolos para construir nuevas carreteras.

Hablaríamos también de carreteras de fácil y rápida construcción, bajo el sistema puzzle. Ya que serían piezas modulares fabricadas en centros de trabajo y trasladadas directamente de la fábrica a la carretera para su directa instalación.

Este sistema de construcción permitiría también el fácil reemplazo de tramos de carretera defectuosos, ya que estamos hablando de paneles modulares de plástico acoplables entre sí y desmontables según las necesidades. Estos paneles contarían también con una cavidad hueca en su base, permitiendo el paso de cableado de nuevas infraestructuras por su interior.

Estamos, por lo tanto, ante un tipo de construcción mucho más sostenible, la industria, aun basando en gran medida el poder de su evolución en la investigación I+D, recula hacia el re aprovechamiento del exceso de plástico.

Estamos a las puertas de una época donde la modernidad y la sostenibilidad pueden caminar, por fin, de la mano.