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¿Cuántas veces habéis oído que en días de luna llena hay más partos? ¿Cuántas veces habéis oído que la vitamina C ayuda a prevenir enfermedades? ¿Son realmente peligrosos los parabenos o las ondas wifi para la salud?

J.M. Mulet, licenciado en química y doctor en bioquímica y biología molecular por la Universidad de Valencia, ha recogido en un libro un centenar de afirmaciones sobre salud que las redes sociales o el boca -oreja centenarios dan por buenas. Pero no por ser repetidas de generación en generación las hipotesis o creencias populares se convierten en realidad.  Mulet contrasta las creencias populares con diferentes estudios para acabar determinando su veracidad o falsedad.

De esta manera, entre las cuestiones planteadas, encontramos una de las afirmaciones más repetidas en torno a un embarazo. Pongámonos en situación:  a una embarazada le quedan pocos días para el parto, nervios, quiere saber cuándo será. Va a consultar el calendario lunar y se da cuenta que en pocos días habrá luna llena. Bingo, piensa, ese día será. Y sabe que ese es el día porque una amiga muy amiga se lo había comentado, que en días de luna llena es cuando hay más probabilidades de parir. Pero pasa la noche, el día… y nada, no hay parto.

Científicamente, el parto se desencadena gracias a las sustancias que el propio bebé libera y pasan a la sangre de la madre, neurohormonas que informan al cebero de la madre que ya es hora de comenzar con las contracciones uterinas.

¿Realmente es explicable que la luna llena “avise al bebé” para que envíe las sustancias desencadenantes del parto a la madre un día, hora… concretos? ¿Mas allá de la labor de la oxitocina, glucocorticoides, estrógenos …?

Según diversos estudios científicos, no. Y según diversos estudios de campo, tampoco, determinando que no existe un mayor número de partos los días de luna llena.

Otro de los mitos que desmonta Mullet en su libro “¿Qué es la vida saludable?” es la peligrosidad de las radicaciones de los teléfonos móviles y wifis.

Mullet afirma que el principal peligro que tiene una antena de móvil es que de una ventolera te caiga en la cabeza y te mate, ratificando que las radiaciones de los teléfonos móviles no tienen ningún tipo de incidencia en la salud de las personas. De hecho, constata que desde que los teléfonos móviles se han generalizado, no ha habido un aumento de casos de cáncer de cerebro, por ejemplo.

Científicamente, podemos decir que, si las ondas del wifi pueden llegar a causar miedo, también debería darnos miedo las de una bombilla encendida, ya que las dos son radiaciones electromagnéticas no ionizantes. Es decir, no son lo suficientemente energéticas como para afectar las cadenas de             ADN humanas. Cierto es que estamos ante una tecnología relativamente nueva, aunque la propia OMS (Organización Mundial de la Salud) tiene catalogadas las ondas del wifi como 2b (poco probables que produzcan cáncer).

Y es que vivimos en tiempos en los que la información médica, trucos o recomendaciones para asegurar nuestra salud nos llega de todas partes; redes sociales, grupos de watsapp, en las calles, en familia …. Y lo cierto es que estas informaciones no pasan ningún filtro profesional, por lo que caemos en la trampa de la repetición. Una repetición basada en la reincidencia: repetir falsedades constantemente, falsedades que llegan de diferentes puntos de origen y reiteradas a lo largo del tiempo, falsedades que, de tan escuchadas, se convertirse en una realidad. Una verdad incierta que transforma errores en creencias populares.