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Si hay una ciencia que es casi imprescindible en nuestra vida cotidiana es la química. Constituida como tal a partir del siglo XIX, la química sufrió una verdadera revolución al comprender las características y propiedades de los átomos. A partir de ahí, y ya con el conocimiento necesario para desarrollar nuevas aplicaciones y técnicas, se empezaron a sintetizar diferentes materiales naturales. Esto permitió que se obtuviesen substancias mejores y más optimizadas, lo que contribuyó, por ejemplo, a la invención de los plásticos y de los tejidos sintéticos que han revolucionado nuestra vida.

Esta pequeña explicación de la historia de la química es sólo un ejemplo de cómo ésta influye en nuestra vida. En un post anterior explicamos como la química está presente en todos los procesos que nos rodean y que todos los elementos con los que convivimos están formados por elementos químicos. Pero ¿cómo nos afecta a nosotros?

El cuerpo humano es, básicamente, como un reactor químico pero a diferente escala. Básicamente lo que sucede dentro de nuestro cuerpo no es más, ni menos, que procesar, separar y recombinar materiales. Dentro de estos procesos podemos encontrar las digestiones, la respiración o el mismo envejecimiento.

Pero además la química es fundamental en la industria farmacéutica, que tanto ha ayudado en aumentar la calidad y esperanza de vida de los humanos. Es también una de las industrias más cercanas a las necesidades de los seres humanos, ya que, aparte de tener una importante base de investigación teórica tiene muchísima aplicación práctica: por ejemplo, en los tintes de la ropa que utilizamos o en el adobe del cuero del que están hechos nuestros zapatos.

El crecimiento de la importancia de la química ha hecho que en los últimos años se divida en diferentes ciencias, para así poder abarcar todas las ramas de la investigación en más profundidad. Así nacieron la bioquímica, la geoquímica o la fisicoquímica.