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Hay una bebida por excelencia que es conocida en todo el mundo. Hablamos del vino, una bebida obtenida de la uva mediante la fermentación alcohólica de su zumo.

Su elaborado proceso consiste en la transformación en alcohol de los azúcares que contiene la uva, por medio de la acción de las levaduras que se encuentran diseminadas por el medio ambiente. El producto obtenido en su mayoría es alcohol etílico, aunque también se genera dióxido de carbono, un gas que provoca que el vino a lo largo de este proceso parezca que está hirviendo.

Durante la fermentación se liberan sustancias como el glicerol, el ácido acético, ácido succínico y muchas más, que pueden influir en la calidad final del vino. En este proceso se llegan a producir más de 30 reacciones químicas.
Es importante tener en cuenta varios aspectos en la fermentación del vino:

– La presencia del oxígeno ayuda al crecimiento de las levaduras. Para conseguir el perfecto punto de oxígeno se lleva a cabo el proceso de remontado, que consiste en empujar hacia arriba el vino que está fermentando en la parte inferior mediante unas bombas.
– La acidez. Esta característica puede provocar que las levaduras no se desarrollen correctamente.
– Las levaduras, además de azúcar, necesitan otro tipo de sustancias para llevar a cabo el proceso de fermentación como: vitaminas, minerales y nitrógeno, que suelen encontrarse en el mosto.
– Los pesticidas y las radiaciones también pueden alterar el producto final y, por lo tanto, su calidad.

A medida que el proceso avanza, se reduce el contenido de azúcar en el vino y aumenta la presencia de alcohol. De esta forma, las levaduras se van muriendo poco a poco por falta de alimento y el proceso se detiene. Dependiendo de cómo se quiera el vino, se deberá detener la fermentación antes o bien añadir ingredientes como sulfitos para modificarlo o mejorarlo.
Los factores externos que influyen para que se cree un buen vino son: el clima, latitud, altitud, luz y temperatura. Por ello, más de la mitad de la producción mundial se concentra en países mediterráneos como Francia, Italia y España.