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Casi todo lo que compramos viene envuelto en envases de plástico. Estos envoltorios son económicos y protegen el producto, pero su durabilidad es un problema (y serio) para el medioambiente. En búsqueda de una solución a este inconveniente medioambiental, un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Cambridge, Estados Unidos, ha conseguido determinar la estructura de una enzima bacteriana capaz de producir plásticos biodegradables.

Una forma de obtener estos plásticos biodegradables es a partir de células de Azotobacter. Estas bacterias convierten directamente azúcares en PHA (Polihidroxialcanoatos: son poliésteres lineales producidos en la naturaleza por acción de las bacterias por fermentación del azúcar o lípidos. Las bacterias los producen como mecanismo de almacenamiento de carbono y energía). Las bacterias se alimentan de esta sustancia orgánica y crecen en fermentadores. Cuando disminuye la cantidad de nitrógeno en los tanques de fermentación, comienzan a acumular plástico como reserva dentro de su célula. A los pocos días de fermentación, producen el equivalente al 80% de su peso en plástico (o polímero). Después se centrifugan y se rompen para extraer el poliéster.

La principal ventaja de estos biopolímeros es que se biodegradan muy rápido, hasta un 80% en siete semanas. Sin embargo, el proceso de elaboración es muy costoso. Se calcula que, más o menos, producir por fermentación bacteriana un kilogramo de PHA cuesta 15 dólares, mientras que producir la misma cantidad de plástico convencional solo cuesta 1 dólar. El principal motivo de esta gran diferencia de precio es que las bacterias requieren fuentes externas de alimentación, como la celulosa.

Plásticos a partir de polímeros naturales de plantas
A parte de con enzimas bacterianas, también se puede obtener plástico a partir de polímeros naturales de plantas. Concretamente, el almidón es un polímero natural. Se trata de un tipo de hidrato de carbono constituido por moléculas grandes que la planta sintetiza durante la fotosíntesis y le sirve como reserva de energía. El almidón puede ser procesado y convertido en plástico, pero tiene que ser modificado químicamente para que no se ablande o deforme cuando entre en contacto con la humedad.

En presencia de microorganismos, el almidón es transformado en una molécula más pequeña: el ácido láctico. Este ácido, tratado químicamente, forma unas cadenas o polímeros, que se unen entre sí para formar un polímero llamado PLA (poliláctido). El PLA, disponible en el mercado desde 1990, se usa para la fabricación de macetas que se plantan directamente en la tierra y desaparecen con el tiempo, pañales biodegradables o en medicina: para hacer suturas que de disuelven con el tiempo.