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La llegada de septiembre anuncia el comienzo de un nuevo año laboral. La mayoría de la gente se reincorpora a sus puestos de trabajo después de un merecido descanso estival y, como es natural, cuesta acostumbrarse de nuevo a los horarios mañaneros.

Por suerte, contamos con un aliado casero, ampliamente conocido, para sobrellevar las primeras horas de la mañana con “dignidad”: el café. Sí, esos preciados granos tostados que nos permiten mantener los ojos abiertos y la mente despierta para afrontar la jornada laboral. Y ¿A que se debe? Pues principalmente por su contenido en cafeína.

La cafeína es una alcaloide del grupo de las xantinas, sólido cristalino, blanco y de sabor amargo, que actúa como una droga psicoactiva, estimulante del sistema nervioso central. Así bien, actúa estimulando el cerebro mediante el mismo mecanismo que las anfetaminas, cocaína o heroína, aunque sus efectos son mucho menores.

¿Qué pasa cuando tomamos café?
En nuestro cerebro existe la adenosina, un compuesto químico que disminuye la actividad de las células nerviosas mientras estamos durmiendo. Cuando tomamos café lo que hacemos es impedir que la adenosina llegue a las células nerviosas. De esta manera las células no pueden “ver” a la adenosina, ya que la cafeína de ha encargado de ocupar todos los receptores. Como resultado, la actividad celular del cerebro aumenta en lugar de disminuir.

La glándula pituitaria percibe toda esta actividad y piensa que está ocurriendo alguna clase de emergencia, con lo que libera determinadas hormonas para producir adrenalina. La adrenalina es la llamada “hormona de la lucha” y actúa haciendo que nuestro corazón bombeé más rápido, que las vías respiratorias se abran, que el hígado libere azúcar a la sangre para generar energía adicional y que los músculos se tensen.

Por eso, seguramente te habrás dado cuenta que tras una buena taza de café notas como tus músculos se tensan, te sientes alerta, más despierto y como tu corazón late más rápido. Incluso sientes sensaciones de placer y refuerzo, debido al aumento de los niveles de dopamina.

Pero como todo en esta vida, el café en exceso no es bueno. En caso de excedernos al tomar café notaremos su efectos adversos tales como un aumento más notable de la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la aparición de arritmias, micción frecuente y aparición de diarreas; y, lo que nos suele preocupar a todos, contribuir al insomnio y a la ansiedad. Por eso el problema del café no es tomarlo cada mañana, sino volverse adicto a él. En épocas de exámenes o de carga excesiva de trabajo se tiende a tomar más café para conseguir los mismos efectos. Nuestro cuerpo genera cada vez más receptores extra de adenosina, con lo que nos acabamos adaptando al consumo de cafeína y necesitamos más, ya que hay más receptores a bloquear.

Así que es importante saber que los efectos de la cafeína aparecen 15 minutos después de la ingesta y pueden durar hasta seis horas. Con lo que si eres un poco sensible a esta sustancia, es conveniente no tomar café después de las 3 de la tarde si no quieres pasarte la noche contando ovejitas.