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¿Qué sucede en nuestro cerebro cuando llegamos a casa después de unas largas, medias o cortas vacaciones? ¿Va más lento? ¿Es el responsable de la fatídica “depresión post-vacacional?

El cerebro es el órgano de la adaptación por excelencia, siempre está tratando de pronosticar lo que va a ocurrir a continuación para que cuando aparezcan esos estímulos podamos responder rápidamente a ellos.

Un estudio reciente del Instituto del Cerebro y la Médula Espinal, demuestra la hipótesis de que el cerebro tiene una señal que dice cuándo “prenderse” o “apagarse”. Si no hay premios o recompensas, esa señal se desvanece rápidamente. Por lo tanto, llegaron a la conclusión que, durante las horas de trabajo y descansos, el cerebro se “activa” y “desactiva” en función del entorno. Y es que este “órgano de la adaptación por excelencia” toma la decisión de seguir o parar, gracias a una señal neuronal que, o se acumula (trabajar) o se desvanece (descansar).

El cerebro tiene sus periodos de adaptación, tanto para conectar como para desconectar. De la misma manera que, el primer día de vacaciones, sientes una sensación extraña, el primer día de vuelta al trabajo, esta sensación se repite. Los expertos establecen que son tres días los que el cerebro necesita para readaptarse a la rutina.

¿Qué le pasa a nuestro cerebro en “modo vacaciones”?

Gracias a la reducción de estímulos, durante las vacaciones podremos disminuir los niveles de estrés (premisa importante: disminuir estímulos). Los expertos concretan también que es durante las vacaciones que nuestros niveles de preocupación (o pensamientos negativos en bucle) disminuyen. Y es que en vacaciones nuestro cerebro también será capaz de segregar más dopamina, gracias a las novedades y a la salida de la rutina, generando sensaciones placenteras.

Si bien parece demostrado los efectos positivos de las vacaciones en el cerebro, ¿por qué no estar siempre de vacaciones? Y si bien, según los expertos, parece ser que los efectos beneficiosos de las vacaciones se mantienen hasta el momento de comenzar nuestras rutinas ¿De qué sirven las vacaciones, si salimos y llegamos al mismo punto?

La respuesta es unánime; las vacaciones son fundamentales para dar oxígeno y recargar nuestro cerebro. Es una época fundamental para reconstruir mecanismos propios para hacer frente al estrés del día a día.

Y, ¿Qué le pasa a nuestro cerebro en la vuelta a la rutina?

Después de pasarnos el año esperando que lleguen las vacaciones, primero la Navidad, después Semana Santa hasta llegar, finalmente, a las esperadas vacaciones de verano, cierto es que la vuelta al trabajo y las rutinas puede resultar complicada de gestionar; fatiga, problemas estomacales, taquicardias, faltas de interés, cansancios, ansiedades o tristezas pueden apoderarse de nosotros.

8 horas diarias, 5 días a la semana bien se merecen vivirlos desde el punto de vista del optimismo y la “felicidad”. Porque sí, dicen que es posible programar nuestro cebero para superar esta etapa transitoria que es la vuelta al trabajo y las rutinas.

Las claves: predisposición y la prevención.

Prevenir, “ir avisando” al cerebro de un próximo cambio de rutina. Regulando, por ejemplo, los horarios unos días antes de la incorporación o dedicando más horas al descanso durante estos primeros días.

Predisposición: actitud positiva ante lo que es inevitable. La ciencia ha demostrado ya que ser positivo es una cualidad que afecta positivamente al individuo, tanto física como mentalmente. Que una actitud negativa tiene la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y el aprendizaje localizadas en el hipocampo y afecta la capacidad intelectual ya que deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro para tomar decisiones adecuadas. En este contexto, tener una actitud negativa afecta cuerpo y mente.

Por lo tanto, ¿porqué no ser positivos y superar este proceso pensando en positivo, soñando en los futuros periodos vacacionales, planificando nuevos retos hibernales o ideando nuevas y emocionantes rutinas ?