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Hace unas semanas que entramos de lleno en el otoño. Esa estación mágica que llena nuestros bosques de infinitos colores que oscilan entre los tonos verdes, de los árboles y plantas de hoja perenne, a los tonos rojizos, naranjas y marrones de los de hoja caduca. Todo un espectáculo a la vista que tiene su base, precisamente, en la química de los compuestos de las hojas.

Las plantas de hoja caduca pasan por un proceso natural en el que apenas reparamos y que tienen una base química que la mayoría de nosotros desconocemos. De hecho la variedad de colores de los árboles en otoño tiene mucho que ver con la fotosíntesis (de la que tanto oímos hablar en primavera). Este proceso hace que la clorofila, que es la responsable del color verde de las hojas, transforme el agua y el dióxido de carbono en alimento.

Durante los meses de primavera y verano, gracias a la acción del sol y de las temperaturas templadas las plantas producen grandes cantidades de clorofila. Por eso las plantas y árboles de hoja caduca adquieren esos profundos tonos verdes propios es estas estaciones del año.

Cuando la luz se debilita y las temperaturas empiezan a caer, la cantidad de clorofila que se produce es mucho menor y la existente se va descomponiendo lentamente, haciendo que las hojas pierdan su verdor.

Aquí es donde entran en juego otros compuestos que favorecen que las hojas adquieran colores amarillos, naranjas o rojizos.

Vamos a echar un vistazo…

La luteína es una xantófila, una subclase de carotenoide. Ésta junto con los pigmentos flavonoides siempre están presenten en las hojas. A medida que la clorofila se descompone con la llegada del otoño, sus colores verdes palidecen entrando en acción la luteína, que es la responsable del color amarillo, un compuesto que, curiosamente, también le da el color amarillo a la yema del huevo.

El Beta-caroteno es uno de los carotenos que más encontramos en las plantas. Seguramente a muchos de vosotros os suena el término Beta-caroteno relacionado con las zanahorias, y es que es el responsable de su color naranja. Este compuesto tiene como finalidad absorber intensamente la luz verde y azul, reflejando la roja y amarilla que se mezclan entre sí, dando como resultado la apariencia naranja. Los carotenos de las hojas se degradan al mismo tiempo que la clorofila cuando decae la luz y bajan las temperaturas, pero lo hace a un ritmo más lento.

Por último, tenemos a las antocianinas. Pertenecientes a la familia de los flavonoides, a diferencia de los carotenoides, no están presentas en las hojas todo el año. Éstos comienzan a sintetizarse a medida que los días se acortan debido a la concentración de azúcares y el efecto de la luz sobre ellos. Su función no está del todo clara, pero los estudios sugieren que su acción ayuda a proteger las hojas de la luz, prolongando su vida y retrasando el momento de su caída. Que las hojas adquieran un tono más o menos rojizo o morado depende de la acidez de la savia del árbol o arbusto.